sábado, 1 de junio de 2013

PIEDRA DE MORTERO

LA PIEDRA DE MORTERO.

En las afueras de Tamarindo, cercano al Cementerio “Santo Domingo de Guzmán”, existe un cerro llamado “El cerro de la Piedra de Mortero”,el cual debe su nombre a que en la cima del mismo hay dos enormes rocas sobrepuestas, una encima de la otra, y por efectos del paso del tiempo y la erosión, al mirarlas de lejos parecen tener la forma de un gigantesco “mortero “ o de un sombrero de copa ; dichas piedras tienen en la base una enorme grieta a manera de entrada hacia un camino secreto, y quienes la conocemos y hemos escuchado de niños, tantas historias de encantos y hechos sobrenaturales sobre dicho cerro, intuimos que puede ser así, pues es un lugar sólido y lúgubre que causa miedo. (Aunque la lógica nos diga lo contrario)

De este famoso cerro se cuentan innumerables historias, y es muy respetado por los campesinos del pueblo que nunca cruzan solos dicha zona, ya que se cree que tiene poderes , “encantos y entierros”, y que cuando un campesino o un pastor anda solo por dicha zona se le aparecen bellas jovencitas que entonando hermosas melodías los seducen y con toda malicia los hechizan, haciendo que pierdan la noción del tiempo y que se dirijan hacia la cima del cerro ingresando en él, como si tuviera una enorme puerta secreta que se abre y no salen jamás.

En periodo de lluvias, las lomas colindantes con el cerro de la piedra de mortero se cubren de hermosos pastizales, donde pace el ganado caprino que es el más abundante de la zona.- Cuentan que en una oportunidad un pastor, conocido en el pueblo como “El Pinis”, al promediar las seis de la tarde retornaba con su ganado caprino, el cual como un batallón militar en completo orden caminaba hacia el pueblo. Retornaba tranquilo detrás de sus cabras cuando de pronto, sin comprender de dónde, apareció frente a él, el mas hermoso ejemplar cabrio nunca antes imaginado: color negro, con grandes cuernos y barba que no pertenecía a su piara, que, como si lo retara a atraparlo se le cruzaba en el camino llamando su atención y dando origen a que lo siguiera con el fin de agarrarlo, dejando que su propio ganado siguiera su ruta solo.

Es así que, cuando parecía que ya lo atrapaba y se tiraba para cogerlo, este animal retrocedía y retrocedía alejándose de su cazador y provocándolo a la vez ; estos intentos se repitieron una y otra vez hasta que en un momento de lucidez “ el Pinis”, reaccionó volviendo la vista hacia el camino del pueblo se dió cuenta que se estaba alejando cada vez mas, ya no veía a su ganado, estaba a las faldas del cerro de la Piedra de Mortero y el chivo mientras se distrajo, desapareció sin dejar rastros ; sintiendo que las piernas le flaqueaban y que se le erizaba la piel de miedo al verse solo , recordó las tantas historias de encantos que se decían en el Pueblo, se arrodillo y a grandes voces se puso a rezar, implorando a Dios que le permitiera volver con su familia.

Recuperando el aliento empezó a correr con todas las fuerzas que sus piernas le daban, y llegando cerca al cementerio alcanzo a divisar a un grupo de personas que retornaban de un sepelio, quienes al verlo tan asustado y que casi no podía hablar le preguntaban que le había pasado, imaginando algunos que de repente lo habrían asaltado los abigeos, al verlo solo sin sus cabras... El Pinis ya acompañado, fue recobrando el aliento y logró narrar lo sucedido en el cerro de la piedra de mortero con el cabrio negro.

Los dolientes al verlo tan asustado creyeron lo antes manifestado por “el Pinis” y lo reconfortaron dándole ánimos; asimismo otros decían que había tenido mucha suerte pues el encanto o la cosa mala (el Diablo) se lo quería llevar, y le recomendaron que se confesara ante el curita de la Iglesia del Pueblo, pues algo malo de repente escondía y que era su conciencia la que lo atormentaba y lo hacia delirar y ver visiones….






En el Pueblo se hizo más fuerte el rumor de los “encantos y cosas malas” que podían pasar cerca al cerro de la piedra de mortero si una persona se encontraba por casualidad sola por esos lugares.

Hoy, al pasar del tiempo, en mi Pueblo aún se escucha de vez en cuando a una viejecita(o) contar estas historias tan fantásticas a sus nietos, y evoco en la memoria mi infancia y creo verme sentado frente a la abuela rogando que me cuente más y más historias de encantos, animas y duendes,